Procura realizar cinco comidas diarias. “Desayunar como un príncipe, comer como un burgués y cenar como un mendigo” es un refrán popular cargado de razón. A media mañana y a media tarde es importante tomar algo (fruta, yoghourt o un puñadito de frutos secos) para saciar el apetito y, de esta manera, no llegar con demasiada hambre a las comidas principales. En ningún caso deberías saltarte ninguna de las comidas, ya que la disminución de calorías provoca una reducción de la tasa metabólica basal

Si no dispones de tiempo para llevar a cabo una actividad deportiva hay ciertos hábitos que te ayudarán a mantenerte en forma, tales como subir por las escaleras en lugar de coger el ascensor o caminar de forma ligera alrededor de 30 minutos al día.

Procura distribuir los alimentos ingeridos diariamente entre un 50% de hidratos de carbono, 30% de grasas y 20% de proteínas, tal y como se establece en la pirámide nutricional tradicional.

Evita el consumo de grasas saturadas, sal y azúcar

Elimina de la dieta los alimentos muy energéticos como embutidos, bollería, dulces o salsas como la mayonesa.

Incluye alimentos con fibra en nuestra dieta, ya que nos ayudan a sentirnos llenos sin necesidad de ingerir una gran cantidad de calorías

Evita las comidas fritas, ya que absorben las grasas de los aceites. En su defecto, hay que intentar cocinar los alimentos a la plancha o al vapor

El cerebro tarda en darse cuenta que ya se ha saciado el apetito, por lo que a veces comemos más de lo necesario. Por ello, se debe masticar cada bocado lentamente para que al cerebro le dé tiempo a “reaccionar”.

En ocasiones, el cerebro confunde la señal de sed con la de apetito. Antes de picar algo entre horas, mejor prueba con tomar un vaso de agua o una infusión